Una tarde, un director de prisión anuncia a un recluso que será ejecutado al día siguiente. Como por un milagro, más tarde en la noche, la puerta de la celda se abre. Agotado por interminables interrogatorios, el recluso avanza por los oscuros pasillos de la prisión. En su odisea por obtener la libertad, es arrojado de un lado a otro por varios estados mentales: su miedo a ser descubierto, su esperanza de salvación y momentos de pura locura.